Se toma la decisión de continuar, con la convicción de que no estamos solos, de que hay más gente que piensa que hay vida más allá del Desierto.


A partir de ahora, por tanto, deberemos tener la firma voluntad de trazar una contundente barrera entre lo que algunos entusiastas nombran y valoran todavía como “arte”, y su actual proyección antagonista, el “mundo del arte”, exhaustivo e inabarcable producto de gestión especulativa, creación distorsionada y comunicación retórica, que ha acabado por adueñarse de este noble oficio. Porque precisamente es en esa frontera por donde nos vamos a discurrir; donde irán desarrollándose los principios éticos que motivan todo este proceso teórico.