Como caído del Cielo / Like fallen from heaven
(Maestro de la fragilidad del mundo)

2019-2022

Como caído del Cielo

(Maestro de la fragilidad del mundo)

Like fallen from heaven

2019-2022

"El instante posterior a la expulsión"
| (Como caído del Cielo) | 195 x 122 cm | Grafito y aguada sobre tabla | Antoni Socías, 2022
Como caído del Cielo
Antoni Socías, 1987 – ¿2026?
Hubo un período en que lo humano fue dando progresivamente la espalda a lo divino; más allá de toda ideología o creencia, la inteligencia artificial se impondrá en un futuro no muy lejano sobre la naturaleza imperfecta del hombre.

Nos encontramos ante un desarrollo lírico transfronterizo. Por razones logísticas, la cronología de este proyecto nos conduce inicialmente a un sótano ruinoso de cimentación musulmana con distintas superposiciones de culturas y estilos, a una caverna tapiada a conciencia con algún propósito no evidenciado. Podríamos hacer referencia incluso a la posibilidad de un emparedamiento de índole arqueológica, al que únicamente accederemos mentalmente utilizando una medida de instinto, otra de vinculación pasional y dos más de clarividencia aborigen. Derribada esa primera membrana, la que separaba antes del escombro el mundo real de una etérea somnolencia, nos vemos de repente transportados al plano de lo virtual. Abierto el boquete entre los distintos universos, abandonada en la antesala del sótano la primera fase intuitiva y enfrentados de lleno ante la posibilidad de hallar unos supuestos beneficios, el incipiente operativo deberá acceder a una segunda fase, sumergiéndose en el mundo de los sueños, desde donde un interventor en estado de inducción actuará a partir de ahora.

En el interior de este agujero iniciamos sobre la marcha un abocetado plan de ejecución, que tendrá como primer objetivo inventariar cualquier descubrimiento potencial. En lo más hondo de la cripta el hallazgo se confirma, a la vez que va surgiendo de entre la penumbra un conjunto verosímil de pinturas y dibujos, colocados en el espacio de la estancia por tamaños y separados del suelo y de las paredes con una clara intención de amparo.

Las imágenes resultan no obstante perceptiblemente imprecisas y, por tanto, necesitadas de concreción y significación. Sacadas a la antesala, todavía en penumbra, descubrimos que tanto los sujetos como las escenas que acontecen en ellas se muestran tan contundentes como singulares, a pesar de esa levedad presencial.

Pudiera parecernos del todo irracional, pero a partir de este punto, el interventor utilizará únicamente el espejismo como fuerza motriz y método revelador. Legitimemos el hecho de que nos encontramos en mitad de una actividad insólita, en la que un durmiente es consciente de que está soñando y de que puede manipular a voluntad cualquier alteración de la consciencia que aparezca en mitad de un sueño. En lo sucesivo este agente activo va a tener un protagonismo crucial dentro del dispositivo de lectura y transferencia de datos. A modo de interfaz, irá transformando las señales generadas en su cerebro en señales comprensibles para ser vistas en un entorno convencional.

Nos hallamos por ende en mitad de una auténtica quimera, producto de la indagación nocturna continuada, que sí alcanzará en este caso los objetivos anhelados, más allá de la propia determinación metalingüística de la irrealidad en juego. La consecuencia concluyente de este génesis psicológico es esa colección momentáneamente intangible de obras de arte a la que hacíamos referencia, atribuidas por un grupo de expertos a un hasta hoy desconocido autor, bautizado por consenso y en tercera convocatoria como el Maestro de la Fragilidad del Mundo. Apelativo que favorecerá sin duda su justa contextualización.

El conjunto hallado en la oscuridad afronta temas directamente ligados a la contingencia de la vida: el delicado equilibrio de los sistemas naturales y artificiales, la congénita inseguridad del ser humano frente a un mundo cada vez más áspero y alejado de una realidad evolutiva consecuente, la metafísica del tiempo y su relación psicológica con el horizonte de sucesos, la exacerbada inclinación colectiva hacia la emergencia endémica como estilo de vida, la revolución de la materia primigenia ante la pasividad general, la vertiginosa rebelión del entorno natural…

Nos llaman poderosamente la atención en primer lugar las figuras de anacoretas en extrañas posturas y situaciones (Anacoreta, Segundo Anacoreta o Anacoreta hospiciano). Personajes que han abandonado su antigua vida de confusión gregaria, para aislarse en lugares desacostumbrados y abrazar la contemplación, la abstracción y, en algunos casos, la penitencia. Así mismo, las figuras de mortinatos (Anatomía de un paisaje), de infantes recién nacidos o de bebés en mitad de escenarios poco probables (21 Dimensiones sin confirmar, Balance de cercanía, Naturaleza muerta con recién nacido o Atemporales), sin salir de este nos trasladan a un mundo nuevo, paradójicamente situado en otra extensión mucho más enigmática y remota.

La forma de tratar los argumentos detallados más arriba nada tiene que ver, empero, con su posible transcripción directa al mundo de la representación convencional. El Maestro evita en todo momento dar cualquier respuesta que provenga de su inventiva, antes profundiza en el sentido inmaculado de la propia interrogación. No es, por tanto, un ilustrador convencional ni un iluminador costumbrista de estampas ni un relator de los distintos sucesos que se haya visto obligado a vivir o presenciar. Tampoco un acomodaticio vinculador de causas con efectos.

¿Estamos ante un hecho fantástico o nos encontramos sumergidos en mitad de un actividad corriente al abrigo, eso sí, de un singular orden de cosas?

A comienzos de 2019, el durmiente Antoni Socías toma en primera persona la responsabilidad de recuperar de la indeterminación el legado de este artista anónimo, mitad subconsciente mitad subliminal… y en gran medida atávico. Esta disposición de ánimo no se corresponde con ninguna visión beatífica trasnochada y sí con la pasión ascética de moverse en tierra de nadie y en espacios vacíos. Por otro lado, la idealización romántica de penetrar en la oscuridad y transitar por ella, le impulsó definitivamente a implicarse sin ningún tipo de ambages. A día de hoy, en el taller y con los materiales oportunos, Socías va dando forma a estas obras de apariencia espectral, una a una y de manera minuciosa, siempre al dictado de la entelequia surgida bajo tierra. ¿Acaso la estructura latente del desafío no debería ser en el siglo XXI la más poderosa razón del oficio del arte?

Antes de sentar las bases de la mecánica compuesta, dediquemos el próximo espacio a detallar dos aspectos destacados dentro de esta evolución:

1. Los protagonistas

1.1 El Maestro deja un legado en forma de obras de arte latentes, parcialmente legibles en el inicio.

1.2 En algún momento del ciclo, este Legado Inmaterial es ocultado por el propio pintor o por un agente desconocido en una caverna tapiada dentro de un sótano.

1.3 A la caverna tapiada accede el Durmiente utilizando como técnica de investigación el mundo de los sueños.

1.4 Una vez controlados los sueños a voluntad, mediante un Proceso Mental de Ósmosis Inversa el durmiente logra metabolizar las imágenes que conforman el legado.

1.5 El durmiente interpreta dichas imágenes, otorgándoles anatomía de resolución al convertirlas en una Colección de Arte Asimilable por un público de carne y hueso.

2. Los distintos estados de situación

2.1 Cotidiano. Calle, edificio. Accesible a cualquiera.

2.2 Subterráneo. Edificio. Accesible a cualquiera dentro del edificio.

2.3 Cambio de escenario, del sótano al domicilio. Accesible a cualquiera.

2.4 Inicio de las fases del sueño en el segundo escenario, que dependerá por necesidad imperiosa siempre del primero. Accesible al durmiente.

2.5 Pasados unos 80 minutos, el durmiente entra en la fase REM del sueño. Encuentra el hallazgo e intenta manipularlo, aunque no lo consigue a la primera. Emerge a voluntad del sueño, toma notas en estado consciente y regresa a la ensoñación una y otra vez. Un proceso de aprendizaje relativamente sencillo, que se prolongará durante años. Accesible al durmiente.

2.6 El Maestro de la Fragilidad del Mundo deviene en hecho embrionario potencial al intervenir el grupo de expertos que lo estudian en profundidad (plano virtual con algunas correspondencias en el plano real). Accesible al durmiente.

2.7 Se regularizan las idas y venidas de un plano a otro. Con el paso del tiempo, el durmiente toma conciencia de la labor que tiene entre manos, toma las decisiones oportunas y actúa en consecuencia. Accesible al durmiente.

2.8 El Maestro entra en la computadora del durmiente transformándose en un conjunto de carpetas y archivos de trabajo. Accesible al durmiente.

2.9 Propósito: pintar la indefinición traduciéndola a un idioma comprensible. Accesible al durmiente.

2.10 El durmiente muestra al público la obra -reintrepretada- del Maestro. Accesible a cualquiera.

La complejidad y envergadura del proyecto proponen al espectador una singular odisea, que transcurre en mitad del abismo surgido entre la subconsciencia y la voluntad de actuar desde el más profundo de los sueños. Este viaje inicia su andadura en el hecho puramente intimista de la profundidad mental, para conducirnos entre ondulaciones de plasma hacia la contemplación directa de escenas explícitas, toda vez establecidos los mecanismos de traducción, interpretación y posterior traslación a un escenario operativo. Como efecto colateral a una futura acción contemplativa, con toda probabilidad nos plantearemos qué fue de todos aquellos objetivos transcendentales, que dejamos de lado como colectivo para caer abducidos en una red de excesivo confort, pasividad y volatilidad general.

Acercar desde la nebulosa de los sueños hasta el plano real la obra de un artista desconocido, del que conocemos tan solo el género debido a su particular forma de enfocar la infancia en sus obras, no es asunto trivial. Nos encontramos ante un maestro del que, por otra parte, desconocemos si tiene un pasado fidedigno o proviene de otro imaginario o es sencillamente la mera proyección psíquica de un futuro tan incierto como inexorable.

Antecedentes y terreno fértil.

Mencionaremos en primer lugar que la antigua cripta en donde se inician estos hechos fue utilizada tiempo atrás por el durmiente como improvisado almacén de materiales para artista. Un cambio radical en la dinámica de este espacio en el que, hasta la fecha, los habitantes de la mancomunidad de artistas de la Calle Gótica no habían reparado. Todos excepto uno, el propio durmiente. Aquella alteración de usos y costumbres, la repentina actividad de entrar y salir del lugar y, muy especialmente, la de pasar tiempo en su interior acarreando de izquierda a derecha, manipulando arriba y abajo aquellos materiales de segunda vida, hizo que este episodio de ilusionismo creativo cobrara vida propia. Al frotar la lámpara, en nuestro caso apareció un genio que otorgó efectividad a la intuición.

Algunos elementos de esta agrupación azarosa, comenzaron por aquel entonces a dedicar gran parte de su tiempo a rastrear potenciales “tesoros” dentro del edificio. Patrullas de absortos buscadores picaron sin descanso paredes y pavimentos, hasta lograr en unos casos el deterioro y en otros la destrucción irreversible de muchas de sus riquezas arquitectónicas. En muy pocos días la escalera principal del palacete pasó a convertirse en una rampa deslizante por la que escalar hasta las dependencias superiores. Evidentemente, la vida diaria de aquella incipiente factoría de creadores sufrió un drástico vuelco con el advenimiento de la arqueología recreativa. La incomodidad de los desaguisados obligó a llevar a cabo abundantes cambios, tanto en las zonas comunes como en la disposición de los distintos estudios, por imposibilidad de acceso a ciertas zonas, especialmente las perimetrales.

Se había corrido una vez más esa voz, entre distraída e impostora, propia de las grandes ocasiones, que repicaba ahora sobre las mentes necesitadas de aventura la existencia de un botín oculto. En mayor o menor medida, aquel acicate premonitorio afectó a todos por igual dentro de la casa, aunque de distinta manera. Por una parte teníamos a aquellos que miraban hacia otro lado, por otra a los ardientes picadores y por último al durmiente, que hizo de alguna forma la misma labor que los “mineros”, aunque focalizada en su peopio subterráneo y a un nivel puramente potencial. Significa que sólo en sueños movió piedras y derribó paredes, para obtener el rédito del que estamos tratando en este texto.

Dos años y tres meses después de iniciado el desastre, con el caserón patas arriba, los impulsores de la operación derribo dieron una especie de rueda de prensa interna, para explicarnos a los demás que la búsqueda había dado sus frutos, aunque no se correspondieran con los esperados. El tesoro: un conjunto en el subsótano, formado por una ventana y un diminuto portal árabes; descubrimiento por el que, además, debíamos consignar todos un pacto jurado de silencio, con objeto de evitar una posible penalización administrativa y quizás la paralización de nuestra actividad.

Como caído del Cielo, el tesoro que nos ocupa, verá la luz más de treinta y cinco años después de la aparición de aquel conjunto islámico. Entre ambas excavaciones la correspondencia resulta obvia, aunque la dinámica, la motivación, el alcance emocional y los objetivos de la segunda remiten a un esquema estructuralmente distinto, mucho más exigente y comprometido con los valores de la belleza suprasensible y la actividad innovadora.

Algunos paralelismos, otras contradicciones.

Una de las primeras obras desveladas por el durmiente, Anatomía de un paisaje, recrea la figura de un muñeco confeccionado de forma tosca mediante bolsas de plástico rellenadas con distintos materiales de desecho. Se da la paradoja de que este pequeño pelele hizo también el papel de mortinato, envuelto en una toalla ensangrentada (el sujeto no puede verse, por tanto), en el décimo y último panel correspondiente al Retablo del Génesis (Antoni Socías, 2016-2019).

Otras dos obras marcan un punto de inflexión en la coincidencia de estas dos mentes creativas. Son Autorretrato diseminado y La pesadilla de Caramo van Gogh_1, donde confluye la inclinación de uno y otro en ennoblecer la figura honrosa del artista, al margen del estereotipo del genio y otras insensateces promovidas desde la propia corporación, alentadas por los medios de comunicación y coreadas en masa por los aficionados. Podemos considerar al Maestro como un contemporáneo entre los contemporáneos, dado que aborda aspectos del entendimiento imposibles de haber sido tratados tiempo atrás. En la primera pintura contemplamos una bolsa de basura medio llena, dentro de la que se aprecia con claridad una mano entre los desperdicios. Con toda la intención del mundo, el artista quiso abandonar su valiosa mano productiva en mitad de un paraje mediterráneo, para empujarnos a reflexionar sobre la indiferencia generalizada ante las realidades básicas del arte. En la segunda, un bodegón al más puro estilo flamenco por lo que respecta a su factura, conviven dos objetos a primera vista incompatibles. Uno de considerable tamaño, la cabeza cercenada de un cordero, sucia y transitada, y otro mucho más pequeño, un cubo de Rubik conformado por sus seis caras con sendos autorretratos de Vincent van Gogh. Si el gran Marcel Broodthaers levantara la cabeza…

¿Significa que el Maestro de la Fragilidad del Mundo y el durmiente tienen raíces o cimientos comunes, quizás que el primero pudiera ser un alter ego del segundo, un heterónimo enmascarado, un coetáneo avatar de trabajo… o todo lo contrario? No descartemos nada de momento.

Como hemos expuesto al inicio, las obras del Maestro mantuvieron durante las primeras etapas de catalogación una apariencia nebulosa, mientras que al final del intrincado proceso de transubstanciación híbrida (de irrealidad a materia), en su próxima muestra al público mostrarán una extraordinaria evolución por lo que respecta a la definición de sus contenidos. En sueños, las imágenes no suelen ser en particular precisas, de modo que necesitan de un esfuerzo suplementario por parte de quien las sueña a la hora de ser comunicadas, en este caso pintadas. Tomemos consciencia de que a muchas de ellas ha habido que restaurarles no el alma, pero sí gran parte de su propia condición de existir como obras de arte. Un arduo proceso de arqueología subconsciente que nos engasta en mitad de una nueva disyuntiva, pues no llegamos a discernir de forma clara si esa incertidumbre latente es propia de las imágenes surgidas en circunstancias extraordinarias, si se trata sencillamente de imágenes esbozadas en el fluido de la memoria utilizada para trascender a ellas… o sencillamente que fueran todas ellas obras por alguna razón inacabadas.

A estas alturas, es muy probable que alguno de ustedes haya podido advertir semejanzas entre los fundamentos de esta empresa y conceptos tales como metaverso, multiverso u omniverso, precisamente por estar moviéndonos estructuralmente entre distintos planos de asimilación, situación, significación y representación. No obstante, durante nuestro proceso la virtualidad ha sido tratada desde una conceptualización distinta a la del metaverso en ciernes; una idealización que no hace referencia a la pérdida de función de los objetos y los sujetos al cruzar la frontera entre dimensiones. (Wikipedia: Los metaversos son entornos donde los humanos interactúan e intercambian experiencias virtuales mediante el uso de avatares, a través de un soporte lógico en el ciberespacio, el cual actúa como una metáfora del mundo real, pero sin tener necesariamente sus limitaciones.)

Como caído del Cielo funciona a la inversa. No partimos de la vida diaria para introducirnos y actuar en otra potencial o supuesta, sino que iniciamos nuestra actividad en el propio cosmos virtual para encontrarnos, al final del camino, en el mundo real de las tres dimensiones… más el tiempo. Además, nuestra metáfora de actuación tampoco se maneja como una relación de semejanza convencional entre conceptos diferentes. Se trata de algo diferente. Podríamos incluso aventurarnos a hablar de una especie de nuevo mandamiento, que viene a confirmar lo que venía esbozándose desde hace tiempo: que estamos perdiendo a marchas forzadas el verdadero peso específico de la historia, nuestros enigmas atávicos, el jeroglífico patrimonial, su clandestinidad conceptual e incluso la magia. Sin apenas percatarnos de ello, asistimos a la migración desde un mundo históricamente connotativo hacia otro básicamente denotativo, en el que la forma de comunicar se torna cada vez más directa, adquiriendo la claridad absoluta para que el mensaje sea tan preciso que no pueda ofrecer, por tanto, las posibilidades de una lectura rica, libre de ataduras. En definitiva, la obra del Maestro de la Fragilidad del Mundo nos induce a pensar que caminamos hacia una especie de Síndrome de Asperger colectivo.

Hecho este paréntesis, situémonos de nuevo en el sendero ya trazado: Las similitudes entre ambos artistas resultan obvias. No obstante, a fin de obtener una acreditación ecuánime, tendría que quedar patente que el interpretador se ha visto obligado a utilizar cierta parte de su bagaje personal al servicio de este plan. Ante la indefinición de las obras en origen, no le ha quedado otro remedio que echar el resto, invirtiendo de manera directa sobre ellas tanto recursos como modelos y escenarios propios. Con la evidente intención de enaltecer el sentido general de algunas o para resaltar aspectos muy concretos de otras, Socías ha usado superficies de desecho, maceradas durante años para otros fines, con el propósito de enfatizar la orientación y el sentido de ciertos temas; se ha servido al mismo tiempo del díptico -o del tríptico- como superestructura diversificadora a la hora de huir de centralismos muy concretos; la utilización híbrida de materias ancestrales como el grafito o el carbón, junto a otras contemporáneas como los fluidos acrílicos o el spray, le ha ayudado a minimizar ciertos aspectos academicistas en los resultados. Asimismo, ha tenido que re-estudiar la obra de algunos artistas de las vanguardias, para empaparse de sus recursos conceptuales a la hora de explicitar la confrontación entre ilusión y realidad. No debemos omitir tampoco los procesos computacionales que ha utilizado el interpretador para conformar imágenes muy precisas a partir de ilusiones ópticas soñadas.

A estas alturas de la función, quien no se haya documentado lo suficiente tenderá desde luego a pensar en una posible suplantación de personalidad por parte del durmiente, en un fraude de ley ante la posibilidad de ofrecer gato por liebre o, dando una vuelta de tuerca gremial, en una complicada maniobra de arte conceptual asociada a este tipo de figuración interdimensional. A tal grado de dificultad ha llegado la iniciativa, que en mitad del proceso el mismo durmiente se ha visto obligado a parar el sistema, reiniciarse y emprender un concienzudo análisis de filtración, con objeto de poder diferenciar sus propias obras de las interpretadas por él a partir del Maestro en este trabajo.

En resumen, nuestra misión ha consistido en dar a conocer los hechos, vislumbrar los argumentos preponderantes, fomentar la transformación de las evidencias en obras tangibles y traerlas al mundo para ser contempladas.

A. S. d., julio de 2022

Hubo un período en que lo humano fue dando progresivamente la espalda a lo divino; más allá de toda ideología o creencia, la inteligencia artificial se impondrá en un futuro no muy lejano sobre la naturaleza imperfecta del hombre.
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