África Cerveza

África Cerveza

El único antecedente que conocía hasta hace poco era el del mono de Tarzán. De todos es sabido por la prensa que Cheeta ha sido muy aficionado a empinar el codo. Después de las agotadoras sesiones de trabajo ante la cámara, le tenían que servir por contrato un whisky doble con hielo y un habano de marca. También le gustaba con pasión la cerveza; tenía siempre en su residencia la nevera bien surtida. Y que no se le ocurriera a su cuidador comprar de la barata, que se la tiraba a la cabeza. Una tumbona en el patio, gafas de sol, zapatillas a un lado… y a mí que no me falte lo más importante. Ahora, con los achaques de la edad, son ya setenta y cinco años, los médicos le han convencido, pasándose finalmente a los refrescos de cola.

En Gambia -lo he visto con mis propios ojos-, en los enclaves de Lamin y Janjangbureh las monas son también muy aficionadas a la cerveza, en general al alcohol. No es que se acerquen al bar, sentándose cómodamente en una silla o apoyadas a la barra y se la pidan al camarero bien fría, como suele hacerse, no, no, las monas allí se tienen que buscar la vida como cualquier ser viviente en África.

Este tipo de primates, de pequeña estatura y muy inteligentes, suelen actuar en manada por regla general, pero, para las batidas de alcohol, se han tenido que olvidar por completo de las costumbres más elementales de especie. El que pilla pilla… y a las otros que les den por el culo. Disimulando entre sí, como quien no quiere la cosa, bajan de los árboles cada una por su lado, acercándose a los puestos en los que se sirven bebidas. Allí se hacen los ingenuos, miradita perdida, rasca que te rasca, a la espera de que algún blanco despistado entre en el trance africano de los detalles sugestivos y se deje llevar por la poesía del paisaje con figuras. Cosa muy común. Se abalanzan entonces sobre las mesas y roban las botellas. No así los vasos pues, al correr y saltar, han aprendido que se les derrama el contenido. Si hubiera de comer, de manera idéntica lo cogerán al vuelo o se decidirán al instante por una cosa u otra. No se puede trepar con las dos manos ocupadas. Ya de vuelta al árbol, beberán y/o comerán a placer. Y hay que andarse con mucho ojo, transcurridos unos minutos, porque las botellas de cristal regresan a tierra volando.